Jessica Smyth, conocida artísticamente como Biig Piig, aterrizó por fin en Madrid para presentar en directo las canciones de su esperado LP debut ‘11:11’. Se trata de un trabajo que, más que cerrar caminos, abre un abanico de posibilidades sonoras y estéticas, confirmando que el futuro de la artista irlandesa puede tomar múltiples direcciones sin perder coherencia. Su vínculo con nuestro país quedó patente desde el primer momento: tras haber pasado varios años de su infancia en España, Smyth se dirigió al público en un castellano pulido y natural, que sorprendió a más de uno por su soltura y espontaneidad. Esa cercanía, unida a la emoción de actuar por primera vez en la capital, creó un clima de complicidad inmediata con una audiencia entregada.
El público respondió con entusiasmo a una propuesta vibrante y enérgica, que supo justificar en cada momento la euforia compartida. Lo que en el disco puede sonar pulido y experimental, en directo se transformó en una experiencia más orgánica de lo esperado, con un pulso vital que dio nuevo aire a cada canción. El repertorio recorrió un camino plagado de temas que, por su pegada y su frescura, bien podrían haber conquistado con facilidad las listas de éxitos radiofónicos. Sin embargo, el carácter atrevido y poliédrico de la propuesta de Biig Piig ha impedido que estos hits brillen en los circuitos más convencionales. Lejos de ser un obstáculo, esa cualidad se convierte en su mayor virtud: un proyecto que se resiste a las etiquetas y que en directo revela una potencia y una personalidad únicas.
El concierto comenzó de la misma manera que arranca su nuevo disco: con una vibrante ‘4AM’, que en directo adquirió una velocidad y una intensidad muy superiores a la versión de estudio. Fue la puerta de entrada perfecta a un relato sonoro que, como en el álbum, recorre la atmósfera de una noche donde todo puede suceder, y así fue también en el escenario madrileño. Desde los primeros compases, Jessica Smyth no se detuvo ni un instante. Su energía y movimiento constante la convirtieron en el epicentro de todas las miradas, sin que eso afectara lo más mínimo a la claridad y definición de su timbre vocal, sorprendentemente firme incluso en medio de tanta agitación. Esa dualidad se apreció especialmente en piezas como ‘Perdida’, donde desplegó con sutileza los matices más delicados de su voz.
Uno de los momentos más celebrados de la noche llegó con ‘Roses and Gold’, tema de sus inicios que recupera su faceta más cercana al rap y al spoken word. El público, especialmente las primeras filas, lo acogió con entusiasmo y lo coreó de principio a fin, confirmando el estatus casi de himno que ha alcanzado entre sus seguidores más fieles. La velada avanzó con un repertorio que supo equilibrar diferentes pulsos y estilos. Así, la efervescencia de un pop británico acelerado encontró su máxima expresión en ‘Picking Up’, donde la artista no dudó en lanzarse al público para cantar rodeada de sus fans. En el extremo opuesto, ‘Sunny’ ofreció un contraste radiante con un aire más balearic que en la versión grabada, aportando frescura y ligereza al conjunto. Ese vaivén, entre la intensidad desbordante y la calma luminosa, permitió comprender con mayor claridad la naturalidad con la que Biig Piig asimila géneros distintos y los devuelve con un brillo renovado.
El tramo final del concierto resultó sencillamente espectacular. La intensidad fue creciendo hasta alcanzar un clímax en el que las melodías, ya de por sí contagiosas en el estudio, se tornaron aún más incisivas y pegadizas en directo. Todo parecía orientado a recrear la atmósfera de un club nocturno, con un pulso bailable y sudoroso que marcó la tónica de los últimos compases de la velada. Uno de los momentos más incendiarios llegó con ‘Switch’, tema en el que Smyth se entregó sin reservas. La artista literalmente enloqueció sobre el escenario, desbordando energía y arrastrando consigo a todo el público. Fue una interpretación explosiva, un derroche físico y emocional que confirmó que buena parte de la experiencia de un concierto de Biig Piig consiste en dejarse llevar hasta el límite.
Cuando parecía que la noche se cerraba con ‘Feels Right’, tema que volvió a poner sobre la mesa su vertiente más cercana al R&B, aunque con un aire renovado y contemporáneo, aún quedaba una última sorpresa. El bis llegó con una apoteósica ‘Kerosene’, encargada de clausurar la velada con una síntesis perfecta de su propuesta: un pop capaz de calar en las masas por su inmediatez, pero que no renuncia a un trasfondo sofisticado, con bases cerebrales y un magnetismo propio. El cierre no pudo ser más elocuente: Biig Piig confirmó que su directo no solo multiplica la fuerza de su debut discográfico, sino que abre la puerta a un futuro donde su música puede crecer y expandirse en múltiples direcciones.