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Robber Robber



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Robber Robber es un cuarteto de Burlington (Vermont) que ha convertido la incertidumbre de los veinteañeros en un manifiesto sonoro. Con su álbum debut, ‘Wild Guess’, que en breves presentarán en nuestro país abriendo para julie, la banda no solo presenta una colección de canciones, sino un mapa emocional tejido con post-punk, atmósferas etéreas y una honestidad que duele. Su historia es la de jóvenes que transforman el caos en arte, y su música, un reflejo de las contradicciones de crecer en tiempos convulsos.

Una adolescencia en el escenario: Un proyecto en evolución

Nina Cates (voz, guitarra rítmica) y Zack James (batería) se conocieron en Brattleboro, un pueblo donde la música siempre formó parte del paisaje cotidiano. Juntos exploraron los recovecos del rock en un proyecto adolescente efímero, suficiente para sembrar la semilla de lo que vendría. Al trasladarse a Burlington, sumaron a Will Krulak (guitarra líder) y Carney Hemler (bajo), completando una química que trasciende lo instrumental. Desde el principio, la banda tuvo la intención de crear algo que fuera más que canciones: una experiencia sensorial.

Identidad sonora: El aprendizaje en la escena underground

Antes de adoptar el nombre Robber Robber, el grupo ya había lanzado dos EP bajo otra identidad, explorando sonidos que oscilaban entre la crudeza del punk y el lirismo del rock atmosférico. Fue en los escenarios independientes de Burlington donde encontraron su voz definitiva. Entre bares abarrotados y festivales locales, perfeccionaron una estética que mezcla la urgencia del post-punk con la textura onírica de un sonido más introspectivo. Para ellos, la escena DIY les enseñó a valorar la autenticidad por encima de la perfección, una filosofía que se convirtió en la columna vertebral de su proceso creativo: canciones escritas en habitaciones diminutas, ensayos en garajes sin calefacción y letras que nacen de conversaciones nocturnas.

‘Wild Guess’: La catarsis hecha álbum

Grabado con Benny Yurco y Urian Hackney, ‘Wild Guess’ es el resultado de años de experimentación. Lejos de apresurarse, la banda dedicó tiempo a moldear cada detalle: desde los ritmos mecánicos que imitan el tic-tac de un reloj roto hasta letras que exploran la fragilidad de las relaciones humanas. Su intención era que el álbum respirara, que tuviera espacio para lo caótico y lo delicado.

El primer sencillo, ‘Sea or War’, sirvió como declaración de intenciones, con guitarras que se elevan como olas para estrellarse contra una batería implacable. Pero es en ‘Backup Plan’ donde la dualidad del álbum alcanza su clímax. La canción, inspirada en un conflicto amoroso ajeno, navega entre versos minimalistas y estallidos corales donde las guitarras se entrelazan como voces en disputa. La vocalista explicó que la canción habla de ese momento en el que se cuestiona si vale la pena confrontar lo que duele o dejar que se pudra en silencio.

Títulos como ‘Seven Houses’ y ‘Dial Tone’ profundizan en esta narrativa. La primera es un torbellino de distorsión y batería frenética, donde la voz de Cates flota como un susurro en medio de la tormenta. La segunda juega con ritmos electrónicos fragmentados, creando la sensación de una llamada interrumpida, un diálogo que nunca se completa. Para la banda, cada tema es una pieza de un rompecabezas emocional.

Sonidos en contraste: Entre lo onírico y lo visceral

La banda ha desarrollado un estilo que fusiona géneros sin perder cohesión. ‘Mouth’, por ejemplo, comienza con capas de reverberación que envuelven al oyente, para luego despojarse hasta dejar solo el golpeteo hipnótico de la batería y un bajo que resuena como latidos acelerados. En ‘Until’, una balada aparentemente sencilla se transforma en un crescendo de distorsión, como si la canción misma luchara por contener su propia intensidad.

Este enfoque no es casual. Krulak y Hemler aportan un tratamiento casi cinematográfico a sus instrumentos, convirtiendo cada riff y cada línea de bajo en gestos narrativos. Para ellos, es fundamental que la música evoque imágenes: luces parpadeantes, calles vacías al amanecer, la tensión antes de una confesión.

Una generación en busca de respuestas

‘Wild Guess’ no es solo un álbum; es un diario colectivo. Las letras, aunque nunca explícitas, traducen la ansiedad de una generación que creció entre crisis económicas, redes sociales y la presión de definir su identidad. En ‘Machine Wall’, por ejemplo, el sonido se vuelve claustrofóbico, con guitarras que chirrían como alarmas, mientras Cates canta sobre la necesidad de escapar de sistemas que asfixian.

Pero hay esperanza en el caos. En ‘How We Ball’, la banda celebra la resistencia a través de un ritmo contagioso y coros que invitan a bailar incluso cuando todo parece derrumbarse. Para Hemler, esta canción es su himno a la terquedad.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.