Conociendo a

La Lune



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Desde un rincón de Vancouver, donde las bandas emergentes recorren un circuito de salas pequeñas, La Lune despliega un trayecto breve pero cargado de giros. Su música no irrumpe con golpes evidentes sino que se instala con lentitud, atravesando superficies, colándose entre palabras incompletas y construcciones sonoras que invitan a permanecer en los márgenes. La historia de su formación no responde a un relato lineal, sino a un proceso de encuentros, ajustes y desplazamientos. Cada tema lanzado al público parece trabajar sobre una misma pregunta silenciosa: cómo sostener un sonido que fluye entre el exceso y la contención.

El EP ‘disparity’ funciona como una primera carta de navegación. Allí La Lune exploran los recursos del efecto, los ecos, los bordes difusos. Temas como ‘disparity’ y ‘a little life’ avanzan sobre estructuras donde las guitarras se estiran y contraen, acompañadas por bajos que sostienen un piso cargado de vibración. Las percusiones no son un mero acompañamiento rítmico: actúan como un contrapunto que tensiona las capas sonoras, generando aperturas que permiten a la voz de Ethan Rebalkin aparecer como un hilo frágil, suspendido en medio del ruido. No se trata de buscar un clímax, sino de componer un terreno donde cada elemento cumpla su función de generar atmósferas densas, nunca completamente estables.

A este debut grabado se suman los sencillos ‘quiet considerations’ y ‘expressionless’, que amplían las coordenadas de la banda tanto en lo musical como en lo lírico. ‘quiet considerations’ aborda la sensación de desequilibrio emocional con frases como “Take me out of your crosshair / I can tell you’re not feeling right”. Aquí el tema de las expectativas y los quiebres aparece no como una confesión directa, sino como una secuencia de imágenes entrecortadas. El estribillo refuerza la idea de que lo deseado nunca termina de cumplirse: “It’s everything you’d ever want it to be / but you make an exception”. Las guitarras acompañan este vaivén emocional, generando oleadas sonoras que se pliegan y repliegan, mientras el bajo y la batería marcan un ritmo contenido, evitando caer en explosiones previsibles.

‘expressionless’ desplaza aún más el foco hacia lo íntimo, trabajando con imágenes ligadas a la pérdida de referencia y la deriva personal. Las líneas “tracing patterns on my ceiling / reeling from a memory that’s already gone” y “haunted by the fear of another year gone and I can’t tell the time” instalan al oyente en un espacio marcado por el desconcierto. Aquí la banda refuerza su estrategia de construir tensión a partir de elementos mínimos: la instrumentación se sostiene sobre capas que crecen sin llegar a colapsar, mientras la voz recorre un terreno plagado de dudas. El estribillo, con la frase “my wasted choices / I’ve already made them”, encapsula una sensación de desgaste emocional que resuena tanto en la letra como en el arreglo sonoro.

Si bien cada tema puede escucharse por separado, juntos conforman un cuerpo coherente donde La Lune no buscan afirmarse en un solo registro. El EP y los sencillos posteriores muestran un manejo equilibrado de las fuerzas internas del grupo. Las guitarras de Ben Lock no ocupan todo el espacio: permiten que los bajos de Olivia Wells y las baterías de Taylor Pawsey dialoguen en planos paralelos, generando una trama donde la densidad y el vacío se alternan. La voz de Rebalkin se mueve entre la claridad y el arrastre, dejando frases que nunca suenan como afirmaciones cerradas, sino como fragmentos que rozan lo inacabado.

La interacción entre los integrantes resulta clave en la construcción de este sonido: no hay un elemento que domine ni que busque imponerse, sino un reparto cuidadoso de funciones. La estructura de las canciones juega con la repetición, con los cambios mínimos, con la acumulación de detalles. El resultado es un conjunto de temas que rehúyen de la linealidad, prefiriendo trabajar sobre tensiones que nunca se resuelven completamente.

A nivel emocional, tanto el EP ‘disparity’ como los sencillos ‘quiet considerations’ y ‘expressionless’ sitúan a La Lune en un terreno donde las palabras y los sonidos actúan como reflejos de estados anímicos cargados de fisuras. Las canciones no presentan grandes relatos ni intentan cerrar discursos: se construyen a partir de gestos mínimos, de imágenes que capturan momentos de vulnerabilidad, de decisiones que quedan suspendidas en el tiempo. La música funciona así como un espacio de resonancia, donde el oyente puede habitar esos intersticios y encontrar en ellos algo que escapa a las explicaciones inmediatas.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.