Conociendo a

Dofí Malalt



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Nos han engañado siempre y nos han hecho creer que lo sencillo es fácil cuando en realidad conseguir pureza con lo mínimo, fue, es y será lo más complejo, la máxima de todo artista.

¿Que lo barroco decora? Claro. Pero al final cansa, y cuando estamos cansados la verdad prevalece sobre todas las cosas. ¿Que la verdad es relativa en cada uno? Claro.

Pero lo innegable es innegable, al igual que lo bonito lo es y punto.

Dofí Malalt es bonito, es bonito por lo que dice y por que lo dice de esa manera. De esa manera que te da felicidad porque piensas en todo lo triste con distancia, y también de aquella que te hace sentir triste por la culpabilidad del sentirse bien. Lo bueno de tener gente así es que nos acercan a lo más íntimo de Daniel Johnston, te lo cuentan desde cerca y le añaden una joven y fresca intensidad, una calada de mentolado. Las comparaciones sin duda son odiosas y que conste que no lo proclamo a la ligera, pero hasta su primer trabajo solo se encuentra en formato cassette, al más puro estilo del compositor estadounidense.

Pocos trabajos suyos encontramos por internet y quien haya podido oírlo en directo se puede sentir afortunado.

Volvamos a lo sencillo: guitarra y voz.

Lo complicado: conseguir con desenfado y actitud medio pasota atinar a la pureza y salir de ello sin aires de grandeza.

Esto solo nos acerca un poco más a una reflexión: el punk no ha muerto, pero tampoco está ya donde lo dejamos.

El punk fue siempre una actitud y cada vez la veo más en los acertados y agudos (léase con los dos sentidos) versos de éste agonizante mamífero, que no de la apariencia de algunos accidentes que se ponen la placa del ruido o el grito sin pensar de donde surge éste.

Quede dicho:

De Dofí Malalt sabemos pocas cosas, aparte de que su música es el complemento perfecto que encuentras al lado de un centro comercial especializado en grandes grupos y acústicos calculados, una pieza un poco apartada a la espera ser descubierta…

Sabemos pocas cosas del amor también (digo amor como digo rabia y digo rabia como digo frustración o felicidad), pero la sensibilidad que se desata en cada momento que Kim Goma abre la boca hace que la tuya caiga también.

Y eso nos acerca un poco más a la verdad absoluta.

Reseña realizada por Genís Salvatella Pulido.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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