En el crisol del alma, donde las emociones danzan en penumbra, Madeline Kenney, como una tejedora de melodías, encontró refugio en su estudio del sótano. Allí, junto a su entonces compañero, trazó bocetos musicales que se convirtieron en las semillas de su nuevo álbum, A New Reality Mind.Sin embargo, como hojas desprendidas por el viento, el destino separó sus caminos, dejando a Kenney en un oscuro laberinto de melancolía. Pero entre los ecos de canciones ya escritas, halló lucidez y una nueva mirada al universo interior.

'Sucker's Lunch', como un dulce manjar de ensueño, sumergió a sus oyentes en una ensoñación hipnótica. No obstante, en A New Reality Mind, la luna ilumina las verdades que emergen del oscuro horizonte. En 'Red Emotion', ella canta con valentía sobre cómo se desvaneció como una estrella en el firmamento, sacrificándose para conservar el vínculo que se desvanecía.Pero, como un fénix ascendente de entre las cenizas, el álbum también alberga un mensaje de aceptación y esperanza. En 'Superficial Conversation', la mariposa renace, liberada de las cadenas del pasado, extendiendo sus alas hacia nuevos horizontes.

El viaje interior de Madeline Kenney es como una danza de constelaciones, donde las notas y versos brillan como luceros en el infinito cielo musical. Su voz, como un susurro de auroras boreales, trasciende las fronteras del corazón de quienes escuchan.En esencia, su álbum es un reflejo de la metamorfosis, donde las experiencias se transforman en sonidos mágicos, guiando a aquellos que lo escuchan hacia un amanecer de renovación y autodescubrimiento. Cada canción es un portal, un resplandor, que invita a la audiencia a embarcarse en un viaje íntimo y profundo hacia una "nueva realidad".