Nunca sabes por donde te puede salir Borja Laudo en cada nuevo trabajo. El músico zaragozano nunca para de redefinir su más que peculiar sonido, consiguiendo en cada trabajo una obra en principio desconcertante pero luego resulta totalmente coherente con la personalidad del músico. A un ritmo productivo espectacular, ha editado 5 trabajos en los últimos 6 años, sin defraudarnos en ninguno y sin dejar que la prensa especializada le ponga una etiqueta debido a la diversidad de sus temas. En Pavement Tree de nuevo vuelve a dar un giro al timón, ayudado por el norteamericano Jeremy Jay, últimamente inmerso en la oscuridad a juzgar por su último trabajo Abandoned Apartments. Aunque para ser sinceros, no creo que Jeremy tenga mucho que ver con el nuevo y acertado bandazo de Bigott.
Sin lugar a dudas, Pavement Tree es el disco más melancólico y a la vez cálido que ha facturado Bigott hasta el momento. Texturas marcadas por el empleo de una combinación perfecta entre guitarras algo crudas, el encanto de lo acústico y los sintetizadores lejanos que dan más relieve a los temas. Seguramente la mejor palabra para describir la escucha del trabajo sea la de placidez, ya que supone un auténtico viaje a ese rincón de momentos de emociones extremadamente serenas. Parece que el camino que abrió el tema ‘Reno Poem’ en su anterior trabajo ha calado bastante hondo. Temas como el inicial ‘Pavement Tree’ se dejan caer hacia esa tendencia de extremada languidez, trayéndonos de cerca a importantes figuras norteamericanas como Amen Dunes.
Un momento de paz interior, de algo muy cercano a las tiras cinematográficas en blanco y negro parcheadas, algo así es lo que consigue con ‘Baby Limonade’. Las guitarras adoptan ese tono de intrínseca seriedad para dejar el peso emocional a los giros del tema y los estribillos prácticamente en espiral. Esto es lo que nos encontramos en ‘Echo Valium’, un tema donde de nuevo juegan un papel muy interesante las atmósferas sintéticas que se abren dulcemente paso. Ahondando en una especie de folk árido, como el del Cass McCombs de menos florituras, nos encontramos otros de los grandes temas del trabajo como es ‘First Local Recording’. Nada de concesiones, aquí solo importa la línea de carboncillo que parece difuminarse por momentos.
Ofreciendo pequeños puntos de ruptura se descubren ‘Gypsy Loop’ e ‘It’s OK’. Haciendo gala a los títulos, aparece el habitual ambiente de despreocupación de la música de Bigott, algo que hasta ahora no habíamos intuido en este trabajo. Sin embargo esto se queda en una anécdota para volver a lo profundo y trepidante de ‘Electronlane’. Las guitarras se vuelven audaces y a la vez más hirientes, induciéndonos en un paraje de la Norteamérica repleto de vida en los bosques. El ambiente cada vez va adquiriendo aires un poco más funestos, borrándonos poco a poco de nuestra cabeza la extrema placidez de los temas iniciales. Seguramente el momento en el que se alcanza este estado máximo sea en ‘We Make Sense’.
A partir de aquí podemos decir que volvemos a la nostalgia transformada en placidez. ‘We’ll Dance’ recoge el toque titubeante del trabajo para devolvernos a terrenos más reconfortantes. A partir de aquí podemos decir que hemos pasado de la televisión en blanco y negro a la televisión en color. Se produce un viaje triunfal a través de un espíritu algo bañado en Galaxie 500 gracias a canciones como ‘Paper Kane’, rematando de forma fulgurante con ‘Play’.
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