Noticias

Crítica de 'Reflektor', el cuarto álbum de Arcade Fire



Por -

Un dueto de siete minutos y medio entre Win Butler y Régine Chassagne, acompañado de bongos y bajo al más puro estilo Talking Heads, producido por James Murphy y con un tal David Bowie haciéndoles los coros. Así empieza Reflektor, el que es posiblemente el disco más esperado del año. No es tema baladí esto, teniendo en cuenta que en 2013 hemos visto lanzamientos de My Bloody Valentine o del ya mencionado Duque Blanco. Y es que la idea de tener al antiguo cabecilla de LCD Soundsystem produciendo a Arcade Fire resultaba bastante atractiva, y más teniendo en cuenta las influencias de los canadienses. Porque aunque no lo parezca, esto viene de lejos.

La percusión manda. Aunque las melodías épicas de Funeral y la oscuridad de Neon Bible lo tapasen, a Arcade Fire siempre les ha atraído la idea de hacer música bailable, algo que ya se intuía con temas como ‘Haiti’ y que terminó por explotar en ‘Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)’ y la eterna comparación con el ‘Heart of Glass’ de Blondie. Los de Win Butler siempre han mostrado admiración por los Talking Heads y David Byrne; de hecho, versionaron ‘This Must Be The Place’ y colaboraron con Byrne para las sesiones de The Suburbs. Y no se queda ahí: también hicieron evidente su interés por la música de New Order y The Clash. Vale, pasar de cantar sobre lo aburrida que es la vida en los suburbios de Houston a pintarse la cara de blanco, meter percusionistas haitianos en la banda y hacer un especial en Saturday Night Live con Bono y Michael Cera no parece el paso más natural para la carrera de un grupo, pero los precedentes están ahí.

Que en Reflektor hayan apostado más por la percusión y los bajos que en sus anteriores discos no significa que la épica haya desaparecido. En ese sentido, este cuarto LP está más cerca de los dos primeros que de The Suburbs. No hay más que escuchar el “Let ‘em stare, let ‘em stare/If that’s all that they can do” que canta Butler en ‘We Exist’, acompañado de los sempiternos violines y las armonías vocales por parte de su esposa Régine. El cambio es bastante más patente en ‘Flashbulb Eyes’, que tira más por el reggae y abandona por completo el lado épico para enfatizar la línea de bajo y la percusión, que esta vez es totalmente electrónica. Y si el estribillo de ‘Flashbulb Eyes’ es de los que se queda en la cabeza durante días, el de ‘Here Comes The Night Time’ estará meses ahí.

Decía el guitarrista Richard Reed-Parry que su idea era hacer un álbum similar a Sandinista!, larguísimo y muy mestizo. Y pese a que esta fusión de culturas no se consigue del todo, es fácil ver por dónde querían que fuesen los tiros con sólo escuchar el primer disco de Reflektor. A partir de ‘Here Comes The Night Time’, las canciones pierden la mayor parte de su elemento bailable aun manteniendo una percusión más compleja. Es decir, tenemos a los Arcade Fire de siempre, pero esta vez están acompañados de seis percusionistas haitianos. Así pasa en ‘Normal Person’, que comienza con un piano al más puro estilo del rock ‘n’ roll clásico, hasta que Butler pregunta “But am I cruel enough for you?” y levanta un muro de sonido y distorsión en el que las notas agudas de la guitarra de Reed-Parry sobresalen. Por otra parte, en ‘You Already Know’ prescinden de los bongos para convertir una divertididísima línea de bajo en su pilar en la que es la canción más pop del álbum, y ‘Joan Of Arc’ nos engaña con un inicio punk para luego volverse un número glam en el que Régine y Win se reparten las labores al micrófono.

El hecho de que Reflektor sea un doble álbum no es una cuestión de capricho. No sólo es suficientemente largo como para serlo, sino que las dos partes son bastante diferentes. La segunda parte comienza con ‘Here Comes The Night Time II’, la canción más minimalista del LP, en la que la voz de Butler es acompañada por unos chelos y un teclado. Hubiese funcionado mejor como interludio entre ambas partes que como una canción entera de 3 minutos. Las dos siguientes pistas hacen referencia al conocidísimo mito clásico de Orfeo  y Eurídice. Orfeo, un músico con muchísimo talento, trata de recuperar a su mujer Eurídice, perdida en el Inframundo. Con funesto resultado, claro. Tampoco vamos a especular si se trata de un paralelismo de la relación entre Butler y Chassagne, pero ahí queda. 'Awful Sound (Oh Eurydice)' es lo más cercano a una balada pop que vamos a encontrar en el disco, con los arreglos de cuerda dándole un toque muy elegante y contrastando con los beats electrónicos del principio de la pista. 'It’s Never Over (Oh Orpheus)' es todo lo contrario: un tema secuestrado por una línea de bajo que parece escrita por Peter Hook, hasta que la electrónica desaparece para hacer hueco a las cuerdas y los lamentos de Win y Régine para cantar ese “It’s never over”.

Tras 6 aburridos minutos cargados de sintetizadores pesados en ‘Porno’, vuelven los bongos con ‘Afterlife’, el segundo single del disco. La guitarra sigue en un plano muy secundario en nuevo episodio del posible dramón entre Win y Régine: “Can we work it out?/We scream and shout ‘till we work it out/But you say “when love is gone, where does it go?”. Puro melodrama.  Reflektor termina con ‘Supersymmetry’, que, afortunadamente, no es ningún tipo de homenaje o guiño a Muse, sólo faltaría. Sin embargo, sí lo es a U2: los primeros 6 minutos de ‘Supersymmetry’ recuerdan a los U2 de Achtung Baby, excepto por unos bongos que los canadienses metieron en la canción para rentabilizar el sueldo de los percusionistas haitianos. Después de esto, nos esperan otros 5 minutos en los que los canadienses se gustan a sí mismos y se dan un homenaje al más puro estilo 'Revolution 9'.

¿Dónde entra Reflektor en la carrera de Arcade Fire? Aunque tenga algún tema prescindible (‘Porno’ y ‘Here Comes The Night Time II’, principalmente) y la mayoría de las letras estén por debajo de lo esperado, este cuarto LP seguramente esté al mismo nivel que los dos anteriores. A pesar de que se ha vendido como el disco dance de Arcade Fire, la realidad es que más de la mitad de los temas se encuentran en una dimensión totalmente distinta, incluso cercana a la épica de Funeral y a lo lúgubre de Neon Bible en ocasiones. Reflektor no es la continuación de Funeral ni de The Suburbs, es el álbum que Arcade Fire siempre habían querido hacer, reuniendo a prácticamente todas sus influencias en una amalgama que –pese a que veces peca de auto indulgencia- se convierte en otro nuevo disco notable de los de Montreal. Al igual que ha pasado con otros lanzamientos de este año, el peor enemigo de Reflektor son las expectativas. Y –dejando de lado a Funeral, que difícilmente será igualado- aguanta bastante bien las comparaciones.

Nota Reflektor

Madrid, '94. En contra de muchas cosas y a favor de unas cuantas.