Empezamos en la selva y acabamos en la selva, pero por el camino Bigott nos ofreció un viaje musical con la única ayuda de su guitarra, amplificador y pedales. Una noche en la que pudimos comprobar todos los detalles de los temas de Bigott, ya que lejos de desnudar sus canciones por completo, nos ofreció intensas dosis de ruidismo controlado con matices que hasta ahora no habíamos encontrado en sus álbumes de estudio.
El sonido de la selva brasileña de fondo dio comienzo a la velada. Con un aforo que superó la media entrada, Bigott exprimió al máximo su técnica como guitarrista no dudando en incorporar en todo momento aullidos, gritos y esos coros tan característicos que tienen la mayoría de sus temas. Un concierto en el que el público rozaba la perplejidad por momentos al comprobar lo bien que se desenvolvía Borja con los ladridos de temas como ‘Female Eunuque’ o ese irresistible leitmotiv que acompaña constantemente a ‘She is my Men’. El desenfreno controlado nos acompaño toda la noche, ya que Bigott rasgó las cuerdas de su guitarra con mucha intensidad brindándonos momentos insuperables en la mayoría de los temas. Puntos álgidos de la velada vinieron acompañados por ‘Trees Gone Motion’, uno de esos temas en los que su inicio no nos muestra grandes detalles del estallido sonoro que se produce a lo largo del tema. Bigott sabe a la perfección como combinar momentos intensos con otros de despreocupación y melodías ligeras. Ese fue el caso de ‘King of Demo’, donde la pulsaciones bajaron para demostrarnos que como todas las noches, esta también tendría algún momento en el que estar pensativos.
A lo largo de la noche pudimos comprobar la fuerte presencia de los sonidos americanos en la música de Bigott, algo que quizás en los trabajos no se tan fácil de apreciar. Esto nos ocurrió con temas como el clásico y emocionante homenaje a su amigo Sergio Algora en ‘Algora Campeón’, donde los rasguidos de su guitarra demostraban que es uno de esos temas que surge desde el sentimiento. Momentos introspectivos de la noche también llegaron con ‘The Reno Poem’ y esas voces lánguidas que el propio Bigott se encargó de interpretar para la ocasión. En mitad del disfrute también llego la aclamada ‘Cannibal Dinner’ donde esta vez fue le público el que se encargo de poner los coros.
El concierto llegó a su fin con los bises, uno bises muy bien escogidos y medidos en los que el alto sonido del amplificador estuvo muy presente. Desde la ligeraza y desenfado de ‘Turkey Moon’ hasta la tensión bien resulta de ‘New York S’eveille’, uno de los momentazos de la noche. La última bala llegó de la mano de ‘Dead Mum Walking’, distorsionada magistralmente alcanzando un lado oscuro que nunca habríamos sospechado. Una noche muy disfrutable que nos sirvió para profundizar aún más en la música del zaragozano y conocer a la perfección todos los entresijos de sus composiciones.
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