Hasta Wolfgang Amadeus Phoenix (2009), este grupo de pop francés había pasado sin pena ni gloria por la escena alternativa, tanto en listas de ventas como para la crítica. Pese a contar con un par de hits en su haber, nadie esperaba que pudiesen crear un disco de semejante nivel. Incluso acabó en lo más alto de muchas listas y les aupó como un grupo merecedor de ser cabeza de cartel de festivales. También consiguieron ser Disco de Oro en países como Estados Unidos o Australia, una hazaña histórica para un grupo francés.
Tras una larga gira de presentación, Phoenix entraron al estudio en 2011, anunciando en su blog que ya se encontraban escribiendo canciones. Evidentemente, el hype estaba por las nubes, pero pasaban los meses y no teníamos ninguna noticia suya. Hasta que -a principios de 2013- los de Versalles anunciaron un nuevo disco: Bankrupt!, supuestamente más experimental y menos pop que sus predecesores. El primer single, Entertainment, mostraba una cara algo distinta a lo visto en Wolfgang Amadeus Phoenix, pero no lo suficiente como para poder decir que se habían despegado de su esencia como grupo de pop: lo único que diferencia a Entertainment de los anteriores singles es el uso de escalas asiáticas en los teclados. Las guitarras, los sintetizadores y la voz en doble pista de Thomas Mars seguían ahí. Una gran canción, pese a no llegar al nivel de sus últimos singles.
Como muchos nos temíamos, Phoenix habían entrado en el famoso juego de “estamos experimentando”. ¿Qué significa esto realmente? En este caso está bastante claro: “Las canciones nuevas no son tan buenas como las anteriores y tenemos que venderlas de alguna forma”. Hasta donde yo llego, tener un sintetizador haciendo lo mismo que antes hacía una guitarra está bastante lejos de experimentar.
Pero bueno, sigamos con el disco. Después de Entertainment, viene The Real Thing, que –pese a estar cargada de sintetizadores- se sigue apoyando únicamente en la voz de Mars hasta llegar al estribillo, en el que los bendings de guitarra acompañan a los “follow me” de Mars. Aprueba con nota pese a no ser un gran tema. S.O.S In Bel Air es el ejemplo perfecto del sopor que provoca una experimentación que no es tal: tan aburrida como decepcionante, justo cuando parece que va a arrancar nos mete de lleno en la misma rutina de estrofa/estribillo/estrofa cargada de sintetizadores desubicados.
Trying To Be Cool aporta el toque kitsch al disco. Más sintetizadores y tintes asiáticos, pero esta vez acompañados de una melodía bastante pegadiza y una letra muy de boy band. Sea a propósito o no, está más cerca de los Backstreet Boys que de los antiguos Phoenix. Como ya he dicho, la letra no tiene desperdicio: Cool/I’m just trying to be cool/It’s all because of you. Si experimentar era esto, yo me borro. Lo mismo pasa con Bankrupt!, que intenta ser otra Love Like A Sunset, con una primera parte instrumental electrónica sin dirección alguna, hasta que Mars comienza a cantar sobre una guitarra acústica y -¡sorpresa!- sintetizadores, esta vez imitando instrumentos de cuerda.
Hay algo que no funciona en este álbum. De hecho, se podría decir que lo único que funciona es la voz de Mars: una interpretación vocal excelente, que salva alguna que otra melodía sosa y aburrida. Se echa de menos el guitarreo constante de anteriores trabajos, mientras los sintetizadores no encuentran su sitio en la mayoría de los temas, resultando incluso molestos. Todo esto está acompañado de letras de calidad dudosa, con auténticas perlas como “Anyway you want the truth is/ I will marry you on Tuesdays”, de Chloroform. Se podrán excusar diciendo que nunca han sido un grupo de canciones especialmente profundas, pero hay casos demasiado sangrantes como para pasarlos por alto.
Bourgeois maquilla el resultado final, mezclando una melodía agridulce con una crítica bastante insulsa a la clase media: Bourgeois/Why would you care for more?/They give you almost everything. Sin duda, el mejor estribillo de todo el disco. En cuanto a Oblique City, también consigue que la impresión general del disco mejore. Por primera vez, los sintetizadores no molestan y resultan un gran acierto, acompañando a la perfección a la batería y la voz de Mars. Una pena que no sea así durante el resto del disco.


No entiendo esta crítica. Una nota injusta. «Le pongo un 4,5 porque no me molan los discos con sintes».
Parece que esta en voga entre los mendas ‘mindies’ rechazar todo lo que rezume a los ochenta.
Bankrupt! no decepciona, lejos de sonar retro, suena pop y fresco y se apoya más en melodías que en ‘guitarreo constante’. Los sintetizadores les ayudan a materializar esas melodías o sonidos que les ronda por la mente. Diría incluso que Phoenix quiere llegar a más público gracias a esa producción más pulida y pop.
Entiendo tu opinión, pero no creemos que todo lo que rezume a ochenta lo rechacemos. De hecho, nos gusta mucho. Un buen ejemplo es el single de Daft Punk que nos encanta, el disco de Rhye al que le pusimos un 9 http://www.mindies.es/2013/04/16/analisis-de-woman-rhye/ y de sintetizadores y ochenta tiene un rato, o incluso el propio single ‘One Way Trigger’ de The Strokes, que a nadie le gustó y a nosotros nos encantó. Pero creemos que Phoenix podían dar mucho más de si, y realmente hay pocas canciones de este disco que nos emocionen, y ninguna que nos ponga los pelos de punta. Pero aún así, todo es cuestión de gustos y colores 🙂
Buenas,
no he criticado el disco porque tenga sintes, ni siquiera digo que no me gusten los discos con ellos. Tienes en la web otras críticas mías como la de Strokes o Depeche Mode, discos plagados de teclados y de los que hablo bien. Mi problema con el disco viene en que la inclusión de sintetizadores en todas las pistas suena muy forzada, como si se hubiesen impuesto esta supuesta experimentación, y me parece que fracasan estrepitosamente, especialmente en Bankrupt!, que es una Love like a sunset mala. Mi crítica no viene por que haya sintetizadores, sino por el uso que hacen de ellos.
Un saludo.